Lo que comemos influye directamente en cómo nos sentimos, cómo nos movemos y cómo pensamos. Por eso, si practicás yoga o meditación, la alimentación consciente es una aliada clave para potenciar sus beneficios. No se trata de hacer dietas estrictas, sino de elegir alimentos que nutran el cuerpo sin sobrecargarlo, que aporten energía liviana y favorezcan la concentración, la digestión y el descanso. Una buena nutrición ayuda a sostener la práctica con más claridad mental, equilibrio emocional y estabilidad física. Es crear coherencia entre lo que hacemos en el mat y lo que llevamos a la mesa. Con pequeños cambios, podés lograr una gran diferencia en tu bienestar general. Tu cuerpo, tu mente y tu práctica diaria lo van a sentir.
